Bienvenidos al territorio de la poesía. Original espacio con lenguaje propio, provincia dorada del país de la literatura, frontera permeable hacia otros espacios oníricos contenidos por el Arte. Si hablo de poesía, la asocio a aquel singular idioma que tiende a elevarnos (a elevar nuestra alma, si creemos en su existencia; a elevar nuestro interior, nuestra subjetividad, si no creemos). Sale uno cambiado luego de leer, de gozar de una buena obra. Cambiado nuestro ser queda cuando logramos escribir un texto al que consideramos valiosos. Quienes escriben y lo han experimentado, saben de qué hablo. Bienvenidas sean, entonces, estas obras provenientes de todos los rincones de nuestro país, incluyendo varias del extranjero. Qué reconfortante es en nuestra era digital ver que se sigue apostando al papel, al libro tradicional, único y perdurable. Al contacto solitario y dialógico con esa superficie cálida y porosa; que viene a traernos un mensaje, a menudo lejano en tiempo y espacio, entre dos tapas. Elevación, digo, sea porque el mensaje resulte bello, estético, de celebración; o bien porque el mensaje sea sublime y nos hable de dolores, de pérdidas, de ausencias que el poeta sublima para crear: transformar la desdicha, la desolación en una obra con valor, que redime, ayuda, revitaliza. Despojados el sentimiento, la voluntad y la idea de la prisión de la mente; entregados a la atenta curiosidad del lector, vuelan estos versos, libres como un sueño. Errantes. Altos y profundos. Etéreos. Que recorran sus palabras una y otra vez el espacio para encontrar su voz en la voz de cada autor. Que nombren y vuelvan a crear, renaciéndolo, el sentido de cada poema: reflejado y reinterpretado en el espejo de cada uno que se acerque a este libro. Múltiples son los sentidos de un texto; en su ambigüedad podemos percibir el destello cambiante de una luz en movimiento refractada contra el interior de quien la recibe. Iluminados sean, entonces, los momentos de lectura y de interpretación, como nos ilumina y nos libera, (transportándonos y confortándonos) un sueño dulce y revelador.