Se afirma que el estilo responde al cómo. Cada escritor obedece a una coloratura interna, particular, única que lo distingue del resto y bordea, de una manera eficaz, su entonces y allí. El verdadero cuentista más que describir el suceso que lo impulsa o referirse a un caso que lo ha conmovido, revive la instancia, la recrea, saca partido de la “dramaticidad” de cualquier historia y la dota de un clima, de un discurso, de un ritmo que la aleja de la mera noticia. He aquí el don de muy pocos. Lía Renoldi lo sabe, ya que cada uno de sus relatos nos muda a un territorio especial, espacial, en donde no necesitamos valijas ni mapas de ruta. Sólo debemos dejarnos vencer por el hechizo y disfrutar. Los invito a emprender el viaje por Meine Mutti, una colección de paisajes y de rostros que conmueven el alma y dan ganas de tener mucho apetito para “devorar” cada título con la sed y el hambre típicos de la infancia. Infancia que queda perfectamente retratada en el cuento que da nombre a este libro y en el que todos nos sentimos reflejados. Ya lo dijo el gran poeta español Jorge Guillén: “¡Oh, niñez, sobre el tiempo rebotas!”. César Melis