Ojos Negros, Ojos Azules incorpora la participación de espíritus o almas errantes en las narraciones que unen el pasado con el presente. El oficio de escribir comienza con la habilidad de escuchar. Muchos detalles de estas crónicas han surgido de conversaciones en apariencia triviales, pero de gran valor para quienes nos gusta narrar situaciones imaginarias matizadas con verdades. “Recuerdos de un amor extraviado” y “El Maestro” son historias ciertas que, generosamente, me relataron, cada uno a su modo, dos hombres sabios. “Sólo había que hacer compañía”, “Reencuentro” y “Anacahuita” se sitúan en Uruguay, pero podrían suceder en cualquier lugar donde se amen una mujer y un hombre. “Iris, la mensajera de los dioses” y “Sueños Cautivos” nos introducen en la ficción barroca, donde el sueño y la vigilia son protagonistas. Son personajes sencillos, innegablemente humanos, e invito al lector a conocerlos.