Al este del Goñi, muy adentro en la espesura, un objeto brilla y, por su aspecto, parece una moneda… En una cara, una esfigie, en la otra, un triangulo.
Patinada por el tiempo, su color verdoso da la sensación que hubiese sido acuñada hace ya mucho tiempo y despierta en mí una curiosidad casi enfermiza por saber de donde proviene.
…Muchas, muchísimas veces, he oído contar historias de “El Dorado”, ciudad que se perdió en la selva y que más de un conquistador quiso encontrar.…
Quizás el recuerdo latente de esas historias fue mi verdadera guía… O la codicia...Transitando un camino de losas irregulares en plena selva, construcciones rodeadas de ciénagas, pirámides escalonadas cubiertas por la maleza y la promesa de un tesoro me llevaron a encontrar una civilización aún desconocida para el resto del mundo…y a su único guardián…