La lealtad de Liniers al monarca español lo convirtieron en el primer fusilado y “desaparecido” de la Revolución de Mayo. Cincuenta años después de que sus huesos fueran tirados en un ignoto despoblado, ordenada su búsqueda y rescate por Derqui, hoy descansan en el Panteón de marinos ilustres de Cádiz; con Cristóbal Colón que aportara un nuevo mundo al mundo, con Juan de Solís que degustara el Mar Dulce y con Sebastián El Cano, el primer circunvalador del planeta. La vida opaca y apagada de Liniers tuvo su relámpago breve y fulgurante al combatir por dos veces al agresor inglés que intentara someter a las ciudades del Río de la Plata. La Reconquista y la Defensa encabezando al pueblo de Buenos Aires le dieron rotundas victorias contra ejércitos ingleses largamente superiores en número y en tecnología, que muy pocas veces habían sido desbaratados en combate. El zarpazo codicioso de Beresford - que sometiera por sorpresa y por pocas semanas a la capital - y la afiatada y multitudinaria fuerza de Whitelocke - que con un ejército de tamaño tres veces superior al ejército de los Andes quiso vengar la derrota - salieron corridos por la población y su jefe, dieron fama mundial a Liniers y fueron el hazmerreír de todos los países sobre el león británico humillado en la época.Hoy Liniers en el Panteón, con Colón, Solís y El Cano está en buena compañía.