Corren los primeros años del siglo XX. El ferrocarril une Buenos Aires con el interior de una Argentina que todavía tiene olor a nuevo. Al mismo tiempo, en el pueblo de Mar del Plata las vías parecen dibujar el límite entre dos universos que, de manera extraña, se oponen y complementan.Hace sólo unas pocas horas Juan Sabino Costas dejó el Hotel de Inmigrantes y ahora, al pie de una locomotora que resopla el último vapor, decide cuál será su mundo: la avenida transitada, con su empedrado que reluce a un lado del andén o el paisaje quieto y polvoriento de atrás de la estación.Una calle, un barrio, historias simples que se enlazan en una Mar del Plata diferente de las antiguas imágenes de ramblas, chalets y paseos costeros. Cuatro décadas que se deslizan sobre escenarios que ya no existen o de los que hoy sólo quedan huellas y que dan sustento a una ficción inspirada en la Historia de la calle 9 de Julio del arquitecto Roberto Cova.