Ideólogos de la revolución industrial en connivencia con los poderosos pergeñaron para el pueblo una vida paradisíaca. Apoltronado en el ocio y la despreocupación perdió con la capacidad para resolver dificultades el amor por su trabajo, el orgullo de la autorrealización, para desembocar en que su única utilidad es nutrir monstruosa sociedad de consumo.